Nuestra Esencia: Misión, Principios e Historia
La Fundación Instituto Indígena fue creada en el año 1962 años por los Obispos del ex Vicariato Apostólico de la Araucanía (hoy Diócesis de Villarrica) y el Obispo de Temuco, formando parte de la Acción Social de la Diócesis de San José de Temuco y de la Comisión Nacional Zona Sur de Pastoral Indígena.
Inspira su misión y acción pastoral, a partir del Concilio Vaticano Segundo, en el legado de los Obispos Latinoamericanos en Puebla, Medellín, Santo Domingo y más recientemente Aparecida. Así, ha acompañado las luchas del Pueblo Mapuche para que pueda vivir en plenitud su dignidad y cultura, proteger sus recursos naturales, ejercer sus derechos y avanzar para lograr su reconocimiento como Pueblo tomando como base principios tales como:
La dignidad de la persona humana; Conocer, valorar y asumir la cultura del Pueblo Mapuche., Asumir y poner en práctica los principios de la Educación Liberadora; La Promoción Humana. La unidad en la diversidad; y El respeto y racionalidad en el uso de los recursos naturales.
Históricamente la Fundación Instituto Indígena ha ofrecido a las comunidades un espacio de amparo, resguardo y protección de sus derechos, promoviendo los procesos de participación indígena. Así, destaca el rol institucional en procesos organizacionales y movimientos sociales indígenas, como los Centros Culturales a fines de los años ’70; las Asociaciones Comunales con el inicio de la Ley Indígena (1993- 1997) y las Identidades Territoriales mapuche a fines de los ‘90 y primeros años del siglo XXI.
Así mismo, se ha participado en casos emblemáticos como la oposición a la Represa Ralco (1997 – 2001); la defensa jurídica de dirigentes por ley de Seguridad Interior del Estado a fines de los años 90; y la posición crítica frente a la criminalización de los conflictos sociales con la implementación de la Reforma Procesal Penal de 2000 en adelante, denunciando, entre otros, el caso en pro de los derechos de los Longko Pascual Pichun y Aniceto Norín por aplicación de la Ley Antiterrorista. En el 2008, tuvo impacto nacional la acción emprendida en conjunto con el Obispo de Villarrica Monseñor Sixto Parsinger para rescatar el cuerpo del Joven Mapuche Matías Catrileo, muerto por carabineros, hecho similar al acaecido en el año 2009, ante la muerte de Jaime Mendoza Collío, donde un equipo de la Fundación Instituto Indígena acompañó y apoyó a la familia y comunidades del sector.
En los últimos años, en el nivel de la incidencia política, destaca el trabajo de asesoría que se realizó para la promulgación de la “Ley de los Espacios Marítimos Costeros de los Pueblos Originarios”, conocida como “Ley Lafkenche”; así como la promoción y difusión previas a la ratificación del Convenio 169 de la OIT.
Pueblos Indígenas: Nuestro Rol como Institución de Iglesia
En 1979 los Obispos del Sur señalaban en la Carta Pastoral “Por la Evangelización del Pueblo Mapuche”: “La situación actual del Pueblo Mapuche deriva de un hecho social que correspondería a la relación entre dos culturas;… predominando allí, por razones históricas, la chilena, resultando perjudicada la mapuche. …Podría incluso decirse que, vencidas por la fuerza (guerra, abusos, leyes), la cultura mapuche ha permanecido dominada y no respetada por el vencedor, sufriendo las consecuencias de esa dominación.
Queda claro en este cuadro que de la situación actual no sólo es responsable el propio mapuche, sino quienes pertenecemos a la cultura “chilena” y sobre todo los responsables de los rumbos de la sociedad mayor. La Iglesia distingue claramente el concepto de nación y de pueblo. Dentro de una misma nación pueden integrarse varios pueblos… Ellos son un pueblo porque tienen un origen histórico y una línea de continuidad; pertenecen a una raza, tienen una cultura propia y poseen una lengua que los caracteriza…
La Iglesia propicia la integración de las minorías étnicas en la nación, pero conservando y respetando su idiosincrasia como Pueblo. Integración no es lo mismo que asimilación o absorción. No le compete a la autoridad determinar el carácter propio de cada cultura, sino el fomentar las condiciones y los medios para promover la vida cultural entre todos, aún dentro de las minorías étnicas…”.
También se siguen las palabras del Papa Juan Pablo II que en Temuco en 1987 cuando señala: “Al defender vuestra identidad, no sólo ejercéis un derecho, sino que cumplís también un deber: el deber de transmitir vuestra cultura a las generaciones venideras, enriqueciendo, de este modo, a toda la nación chilena, con vuestros valores bien conocidos: el amor a la tierra, el indómito amor a la libertad, la unidad de vuestras familias”.
Y en 2002, reafirman su compromiso en la “Carta Pastoral “Por la Dignificación del Pueblo Mapuche”: “Los tiempos urgen para generar una nueva relación en justicia y verdad, amor y paz, con toda la comunidad nacional. Estamos conscientes que hay que superar dificultades para generar los cambios que anhelamos. Nos hallamos ante una obligación de la sociedad entera. Se deben reconciliar las formas de pensar y juzgar con la verdad histórica, las legítimas aspiraciones de los pueblos originarios con la legislación vigente”.
Asimismo, inspirados en la Carta Pastoral anterior, en el Documento de Trabajo “Al Servicio de un Nuevo Trato” plantean que: “Como opción pastoral queremos invitar a todos los cristianos a apoyar todos los esfuerzos que se realicen, en relación a la ratificación y/o aprobación de distintos instrumentos jurídicos que tiendan a la dignificación de los Pueblos Indígenas y a la protección de sus derechos (reconocimiento constitucional como pueblos – Aprobación Convenio 169 de la OIT). Es urgente comprometernos en la generación de instancias y de estructuras políticas y administrativas que aseguren la real participación y representación indígena.
Finalmente, los Obispos Latinoamericanos reunidos en Aparecida (2007), y como ellos dicen “renovando su compromiso de Santo Domingo”, denuncian e interpelan manifestando que: “Velamos por el respeto al derecho que tienen los pueblos de defender y promover los valores subyacentes en todos los estratos sociales, especialmente en los pueblos indígenas… son, sobre todo, “otros” diferentes, que exigen respeto y reconocimiento… Su situación social está marcada por la exclusión y la pobreza.”
“La Iglesia, con su Pastoral Social, debe dar acogida y acompañar a estas personas excluidas en los ámbitos que correspondan… En esta tarea y con creatividad pastoral, se deben diseñar acciones concretas que tengan incidencia en los Estados para la aprobación de políticas sociales y económicas que atiendan las variadas necesidades de la población y que conduzcan hacia un desarrollo sostenible.”
Equipo de Trabajo FII